sábado, 18 de diciembre de 2010

Alberto, Albertucho, nuestro Alberto

Ayer estuvimos viendo en la Sala Sonora de Sevilla a nuestro compañero de teatro Alberto, para el público Albertucho, para nosotros nuestro Alberto.

Tuvimos que esperar fuera de la sala un rato antes de poder entrar, lo cual nos dio oportunidad a los compañeros que fuimos de la clase de teatro a conocernos un poco mejor.

Antes de pasar a la sala vacía, que más tarde se convertiría en un espacio musical mágico, alumnos y profesores compartimos durante un rato el frío de la calle en una noche lluviosa. Mientras, la sala estaba esperando impacientemente que la pisáramos, que viniera más gente, que calentáramos sus paredes, que el aire se enturbiara con el humo de los cigarros, que se caldeara con el calor de los cuerpos. Por fin entramos.

Estaban Jorge y Maite lo cual me hizo mucha ilusión. Los profesores admirando a su estudiante, sintiéndose orgullosos de él.

Cuando las cabezas de la gente se confundían en un mar que se empezaba a agitar de impaciencia salió Alberto. Era mi primera vez. La primera vez que veía a Alberto en concierto, la primera vez que escuchaba sus canciones, que lo veía actuar y transformarse como una fiera. El espectáculo empezó bien, con buen tono. Se fue rompiendo el hielo y Alberto empezó a sacar su mundo, su vida en forma de música. En clase hemos tratado el tema de que arte = vida. En el caso de Alberto no hay duda de que su vida = arte, su vida = música. Me encantó ver cómo fue capaz de retratar el mundo en sus canciones, cómo fue capaz de caricaturizar personajes cotidianos y darles vida, cómo puso a algunos poderosos políticos y hombres armados en su sito, en la miseria, cómo cambió el mundo. Alberto habló de la vida misma, de los asuntos más cotidianos y mundanos con un desparpajo, una naturalidad que era imposible no verlo, no sentirlo, no sentirte señalado. Cantó sobre muchos temas pero sobre todo tuvieron presencia las personas y sus vidas cotidianas aunque no se olvidó de la i griega, por ejemplo, a la que defendió de los ataques de los académicos, de los supuestamente sabios. La canción de la primavera me pareció como un sueño, un sueño caliente a las puertas del invierno. Anoche llegó la primavera a la Sala Sonora en contra de la voluntad del calendario. Hubo otros momentos estelares como cuando el Capitán Cobarde tuvo la valentía de hacer uso de un instrumento musical casi en desuso, en peligro de extinción: la armónica. Sobrero, armónica y guitarra no pueden sino traernos a la mente a otro monstruo, a Bob Dylan. Hubo un mimetismo que nos hizo trasladarnos a otro tiempo, otro lugar, otro escenario, otra generación… para terminar volviendo a Albertucho.
El público fue espejo fiel del escenario. La gente seguía con entusiasmo las canciones, los movimientos, los gestos, los guiños, la complicidad. Mucha complicidad.

La mención de su barrio Bellavista o del calor de Sevilla hizo que la gente se volcara y se sintiera más dueños del espectáculo, más protagonistas. Alberto actuaba, pero no en cualquier sitio, no era Bilbao, ni Logroño, era Sevilla. Su Sevilla.

Me impresionó ver entre el público a la que me atrevería decir que es seguramente una de las personas más importantes para Alberto, su madre. Esa madre incondicional, visiblemente orgullosa, admiradora infinita de Alberto, Albertucho, nuestro Alberto, su hijo. No sé qué papel o influencia ha tenido su madre en su carrera musical pero ayer era evidente que era una madre entregada, que mostraba su apoyo, su cariño, su admiración, su orgullo. Esa madre era la reina de la sala, la reina poderosa que ha hecho posible que Alberto esté donde está, siendo él mismo, diciendo lo que puede sonar como barbaridades pero que son verdades como puños. Albertucho tuvo una mención especial a esa madre, un momento de complicidad, como no podía ser de otra forma. Fue el momento que confirmé lo que sospechaba: esa mujer era su madre. No podía ser nadie más. También tuvo una mención para su gente del teatro, lo cual nos hizo sentirnos diferentes, nos sentimos unidos por este vínculo común que es el teatro.

La trasformación del espectáculo fue brutal a lo largo de la noche. Alberto empezó con su melena meticulosamente alborotada, bajo un sombrero bien puesto, una cabeza con imagen ordenada. La camisa y la corbata correctas, en su sitio. Y el cigarro y el cubata en la mano. A medida que compartíamos personajes, situaciones, emociones y confidencias la melena cogía un efecto mojado y caía obligada por la gravedad y ese peso específico que da el sudor, la condensación del vapor de agua, el espíritu del espectáculo. Su sombrero se ladeaba como por arte de magia, se movía, paseaba, volaba. Era un sombrero libre, sin ataduras, sin amo pero con dueño. Se iba para volver. Su camisa mostraba el nivel de entrega. En ella se relejaba el desgaste de ese cuerpo entregado incondicionalmente a su público. Ninguna mejor expresión de esa generosidad que el sudor. Sudor de pasión.

La corbata ya no tenía presencia alguna, se había quedado relegada a un segundo plano, se había vuelto invisible.

La voz se iba sincerando, fluían las palabras, los comentarios, las críticas, los sarcasmos pero seguía siendo esa voz ronca, un poco rota y muy profunda. Esa voz que se fue convirtiendo en una voz más irreverente, más honesta, más directa. La culminación de la noche llegó cuando la pasión de Albertucho se convirtió en una fuerza irresistible que le llevó a entregar su propio cuerpo, una entrega verdadera.

La rendición del Capitán Cobarde a su público. Su cobardía no le impidió saltar al vacío, un salto con red. La mejor red que cualquier artista pude tener, la red formada por los brazos hambrientos e insaciables de sus admiradores. Fue el momento en el que nuestro Alberto se convirtió en el dios de la Sala Sonora de Sevilla.


Página de Albertucho: http://www.albertucho.com/noticias/

Vídeo La Primavera:

http://www.youtube.com/watch?v=dApV14taGLc&feature=player_embedded

4 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho cómo has descrito lo indescriptible, porque indescriptible fue la experiencia de anoche. También para mí era la primera vez que veía a Alberto en directo. No hay palabras. No sólo fue un espectáculo musical, fue una explosión de fuerza, una hemorragia de vida. Al final, dio la impresión de que Alberto había dado hasta la última gota de energía que le quedaba. Imposible mayor generosidad. No sé cómo puede. Sólo se entiende en un artista de los pies a la cabeza; rezuma arte por los cuatro costados. ¡Viva la madre que lo parió!

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  2. Qué pena no haber podido ir... Gracias, Borja, por describir lo que vivisteis y sentisteis allí para que, los que no pudimos hacerlo, podamos, como mínimo, imaginarlo.
    Creo que todos nos sentimos muy orgullosos de tener al fiera entre nosotros, porque es un fiera, está claro.
    Enhorabuena, Alberto, Albertucho, nuestro Alberto!!!!

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  3. Viendo las imágenes, escuchando el video, y leyendo los comentarios de Borja... mi pena por no haber podido compartir juntos la actuación de Alberto se hace un poquito más grande.

    En todo caso, vaya por delante, también mi enhorabuena por la actuación!. En las imágenes se ve a la gente disfrutar a lo grande.

    En la nave de Viento Sur, la primera vez que vi actuar a Alberto como músico fue una experiencia muy especial para mi. Sus letras hablan de lugares, gente o situaciones, la mayoría de las cuales no soy capaz de colocarlos en un mapa, ni ponerles rostros, ni nombres. Sin embargo, oir sus letras, su música, verle actuar fue "tocado y hundido". En aquella actuación, aunque sólo fuera durante un ratito, un universo entero, con una riqueza de mantices increíble, se plantó delante mio. Fue mágico.

    Alberto, espero que pronto actues en Sevilla o en BCN, para volver a disfrutar con tu música, con tu forma de ver y sentir este mundo.

    Me alegro mucho por todos los que pudieron disfrutarlo el viernes. Y, a todos los que no pudimos, nos ha quedado el consuelo del Blog. Borja, gracias por hacernos partícipes de esa noche a través de tus textos y tus imágenes, siempre tan especiales.

    Antonio, ¿puedes llamarme por teléfono?. He traspapelado tu núm. El mio es 628 16 98 80. Si quieres o puedes, podríamos quedar frente al Instituto técnico el lunes, después de tus clases ,para ensayar lo que no pudimos el jueves.

    A todos, un abrazo ENORME. Esta semana os veo el martes. La semana pasada os eché mucho en falta.

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  4. chicos, la nave de los sueños està en la calle sociologìa nº 28 del poligono nueva torneo
    junto a la carretera que desde el cementerio sigue para el acceso Norte (Brenes, etc. y aeropuerto) venid a las 8 si es posible
    haremos primero las escenas y màs tarde la
    performance, un beso grande y ya comentamos lo de Albertrucho que no cabe en esta pagina.
    jorge el cuadrelli
    elcuadrelli@gmail.com

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