miércoles, 17 de noviembre de 2010

¿De qué sirve la verdad si no hay justicia?

Ayer fuimos a ver Tartufo, representado por los profesores de nuestra escuela de teatro Viento Sur. La obra en sí es estupenda pero la de ayer fue especialmente intensa por ser nuestros profesores los protagonistas de la historia y también por ir con nuestros compañeros de clase. Tartufo fue nuestra primera obra juntos como espectadores. Creo que, además de aprender y disfrutar, nos unió y nos hizo sentirnos más parte del teatro.
Las actuaciones de Carmen y Jorge fueron espectaculares. Para nada me considero un crítico de teatro pero si el arte es algo que crea emoción, ayer vi arte. Los demás actores estuvieron fantásticos también. Así que enhorabuena a todos y a Maite también, por supuesto, por su trabajo de dirección.
Tartufo, sin duda, es la hipocresía personificada: mentiroso, envidioso, manipulador, aprovechado, egoista....un mensajero de la paz cargado de bombas. ¡Enhorabuena Jorge por tu interpretación! Me pregunto cómo se sentirá Tartufo, cómo se sentirán los tartufos que nos cruzamos. Tartufo es consciente de su hipocresía, de su maldad y yo me pregunto ¿Es capaz de ser feliz así? ¿O su aparente complacencia es un antifaz que oculta miedos interiores, inseguridades, un lado oscuro, una infancia tenebrosa, una deficiencia emocional, un querer pero no poder? ¿Qué sentirá cuando en la versión de Moliere consigue sus propósitos y expulsa a Orgón y su familia de su propia casa y los deja en la calle? ¿Puede una persona ser capaz de vivir así?


Hay tanto contenido en esta obra que es difícil empezar. El papel de Dorina, interpretado por Carmen, nuestra Carmen, me pareció precioso: la humildad del sabio. La sabiduría del humilde. Ese papel de criada que, en principio, no tiene ninguna relevancia y sin embargo con su inteligencia y arte femenino entiende la realidad como nadie y planea minuciosamente la vuelta a la estabilidad, a la verdad y por supuesto al amor entre Mariana y Valerio. ¡Qué bien estuvo Carmen!
Mariana, hija de Orgón, me pareció el personaje sencillo, sincero pero que las situaciones le pueden y le cuesta mucho luchar por su felicidad. Pero para eso está Dorina, con su lengua afilada pero a la vez gruesa, combinando los razonamientos más inteligentes con las palabras más vulgares. El resultado son diálogos profundos y a la vez graciosos. Una buena combinación del gusto del gran público.

Me pareció muy interesante la diferente forma de intentar traer justicia a la casa entre la criada Dorina y Damis, hijo de Orgón. Dorina se muestra inteligente, locuaz, escurridiza. Damis, sin embargo, deja ver su fuerza física, sus palabras fuertes…y al final es él el que muere. Muere la violencia física, la fuerza y con ella un poco la inteligencia de Dorina que no ha sabido interponerse a este trágico desenlace a pesar de su minucioso plan. La muerte de la violencia deja un mensaje claro sobre las diferentes posibilidades a la hora de resolver conflictos, injusticias.

El personaje de Orgón tiene un significado enorme. Orgón es ese hombre bien situado, supuestamente feliz y al que todo le va bien. Ese hombre, que a la vez sin embargo, está tan ciego que aun viendo la hipocresía de Tartufo en brazos de su propia mujer, sigue viendo en Tartufo un hombre bueno, infinitamente bondadoso. Tal es la ceguera de Orgón que expulsa a Damis, su propio hijo, de casa a la vez que dona sus propiedades a Tartufo. Orgón es ese personaje con vista pero ciego, con inteligencia pero estúpido, con familia pero solo, vivo pero muerto. El final que ha elegido Viento Sur para esta representación se parece más al final que Orgón merece. Es el final que muestra las consecuencias de la ceguera.

Hubo dos frases que dijo, como no podía ser de otra forma, la criada que me parecieron tremendamente actuales, tristes y significativas: ¿de qué sirve la verdad si no hay justicia? ¿de qué sirve la lucha si no hay justicia? Me parecieron frases lapidarias..…y demasiado actuales y reales como para dejarlas pasar de largo. ¡Qué importante es la justicia! Y ¿a cuánta gente, a cuántas familias, a cuántos pueblos, a cuántos países no se les ha hecho justicia? Me imagino que esa sensación de impunidad entre los hipócritas y criminales debe ir comiendo las entrañas de aquellos que sufren sus injusticias, creando unos sentimientos de dolor tan profundo que su vida pierde sentido. Y ¿qué peor sentimiento que el que tu vida pierda sentido?
En muchas ocasiones, pensaríamos que lo importante es que se sepa la verdad, pero parece que no es suficiente. Las personas necesitamos justicia, necesitamos saber que las acciones acarrean consecuencias y que los culpables sufren en sus propias carnes esas consecuencias. La justicia es compartir la verdad con los demás, aceptarla, declararla un bien común y dictaminar qué peso tiene esa verdad sobre los que la han negado, ofendido, despreciado, tergiversado, ocultado. Parece que nacemos con el gen de la justicia el cual juega un papel en nuestras vidas como el respirar, si no la tenemos nos axfisiamos...y somos menos persona. Cuando se exige justicia, no se exigen penas capitales o condenas, se exige poder seguir viviendo, poder respirar, poder seguir siendo yo. Esta necesidad de justicia se manifiesta más claramente cuando la injusticia encubre la muerte de otras personas. En esos casos, la justicia juega un papel fundamental para poder continuar con la vida, para poder seguir creyendo en los demás, en la sociedad, en las personas. Y ¡cuántas veces no se hace justicia! Es tremendo pensar que haya tanta gente que siga con los interiores desgarrados por falta de justicia....sobre todo en estados democráticos donde se supone que hay justicia. En países desarrollados. ¿Desarrollados? Muchas veces se sabe la verdad pero no se ha declaro bien común, no se ha aceptado y el dolor sigue ahí. Y seguirá....a no ser que perdonemos. Las dos únicas formas que veo de poder seguir respirando ante una injusticia son que se haga justicia con todas sus consecuencias o perdonemos. Parece que la justicia debería ser la solución pero, si sabemos que no siempre es así, quizá debamos ser egoistas y perdonar para poder caminar. El perdón se merece una entrada en solitario en este blog algún día pero ahora solo diré que el perdón es un buen compañero de viaje. Todos caemos alguna vez. Todos.

Moliere en esta obra hace un retrato tan acertado, tan preciso de la hipocresía en el personaje de Tartufo que este nombre es utilizado ahora en el Diccionario de la Real Academia Española para definir a la persona hipócrita y falsa. Sin duda el mejor reconocimiento al personaje de Moliere.


Termino con una reflexión temporal, a lo largo de los siglos. Se habla mucho de la evolución humana, incluso en Burgos acaban de inaugurar El Museo De La Evolución Humana http://www.museoevolucionhumana.com/ . Pero ¿cómo es posible que Moliere en el año 1664 estrenara la obra Tartufo y hoy en día haya tantos tartufos sueltos? ¡Cuántos tartufos hay en la política, en la iglesia! ¿De verdad evolucionamos?




La hipocresía es proporcional a la distancia que separa los valores predicados y las acciones llevadas a cabo. ¡Más Dorinas y menos tartufos!

1 comentario:

  1. ¡Qué razón tienes en todo lo que dices, Borja! Es tan triste pensar en las miles de personas que en algún momento de su vida han pensado y expresado la frase de Dorinda... Fue maravilloso ver a nuestros profes encima del escenario y muy especial el hacerlo juntos; la foto que encabeza esta última entrada dice tantas cosas... Me siento muy afortunada de formar parte de este grupo que, estoy segura, va a dar muuuucccchhhoooo de qué hablar.
    ¡Un besito fuerte para todos!

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